Dios en la historia de mi vida

Fernando Héctor Fornerod
Pcia. Roque Sáenz Peña - Chaco -

Cristo con su resurrección ha sido constituido Señor del tiempo y de la historia (Hech 2,36). La sucesión de las etapas del plan salvífico marcan el desarrollo hacia la plenitud: para instaurare omnia in Christo. Toda la historia humana es conducida, de ahora en más, a Cristo Señor resucitado. Por ello la acción de la gracia en la historia es Providencia.



Sabemos que Don Orione supo contemplar, como pocas personas en su tiempo, la sucesión de los acontecimientos históricos. Fue un hombre atento, podemos decir, a lo que hoy conocemos como los signos de los tiempos. Ahora bien,  ¿qué características tiene esta actitud orionina ante la historia? En primer lugar, la historia para Luis Orione, por momentos, adquiere características hipostáticas; como si se tratase de una persona, con la que es posible entrar en diálogo. En este coloquio, por así decirlo, es cuando se recibe de ella lo más precioso que tiene para ofrecernos: la sabiduría y la experiencia, que transmite de tiempos pasados. Este fruto valioso no es sino la «memoria», que en el devenir de los acontecimientos, por momentos caóticos y desorganizados, ayuda a encontrar la verdad, o la falsedad de los mismos. Los que se abren paso en medio (dentro) de ellos.
[...] Los años transcurren, poniendo en manos de la historia el recuerdo de sí. La historia los evoca, de vez en cuando, poniéndoles un sello de gloria o una marca de infamia, y anteponiéndoles una tribuna desde la que puedan hablar al mundo [...][1]
La historia es, por lo tanto, una «maestra de vida» que testimonia el deseo incesante de los hombres por encontrar la verdad y el amor a través de los siglos. Y para participar de esta sabiduría, es necesario escuchar a los testigos más calificados de este proceso; ellos mismos son quienes por medio de los acontecimientos que han vivido, hablan al corazón y a la mente de los que buscan el significado del propio presente:
|1r| [...] ¿Por qué estoy contento por vivir hoy, y no mil o dos mil años atrás? Porque yo, leyendo o estudiando, dialogo, razono con la sabiduría de los siglos y aprendo de todos aquellos que vivieron, que escribieron, que obraron bien. La historia es maestra de la vida, y me permite aprender, instruirme sobre todo y de todos: así aprovecho la ciencia de todos [...][2].
Sin embargo, la historia esconde un secreto muy valioso; que sabe revelar a quien la contempla con ojos nuevos. Mirarla con los ojos de fe, permite descubrir en ella la finalidad y la intencionalidad del acto creador. Más aún: es la historia de mi vida, la que me ayuda a comprender y a asumir el modo paternal, (y maternal), con la cual el Señor la conduce a su fin. Por ello la historia es fundamentalmente para Don Orione, citando a Juan Bautista Vico, «la justificación de la Providencia». Entonces, si Don Orione te preguntara: en tu vida ¿Qué acontecimientos te han hablado providencialmente de Dios? y ¿cuáles de ellos te han puesto como en frente de ti mismo? Tú, ¿qué le responderías?


[1] Orione, L., 1933, mi., calo., calt., ADO, Scr., 89,67.
[2] Idem, sf., mi., ADO, Scr., 79,241.

La fotografía que acompaña esta reflexión me la tomó mi amigo Cristian Ducloux, mientras escalábamos el Cordon del Plata en 2010.

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