Semana santa de la mano de Jesús y don Orione (2 / 7)
Cuando los amigos nos abandonan
Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, Jesús se estremeció y manifestó claramente: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará:. Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir».
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir».
Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces». (Jn 13, 21-33. 36-38)
¡Qué difícil es aceptar y sobrellevar el dolor que nos causa
el darnos cuenta que aquellos en quienes confiamos nos abandonan y nos dejan
solos! Pero también, con insistencia decimos: ¡Líbranos Señor de dejar a nuestros amigos solos en las situaciones difíciles! El relato evangélico nos narra que Pedro y Judas abandonaron al Señor;
el desenlace de estas situaciones se resolverá, en cada caso, transitando
caminos diferentes: la desesperación y la reconciliación.
En 1937, en el que consideramos el viaje del adiós de las
comunidades de Argentina, Don Orione por medio de sus escritos deja entrever
que en su interior vive una amargura de características similares. Las causas
posiblemente fueron muchas. El efecto no obstante, fue el mismo: aquellos que
más amaba y quería lo habían abandonado. La lejanía ayudó a tomar fuerzas e
hizo crecer la caridad. Y es entonces, que en
medio de este sufrimiento, él dejó en este fragmento de carta, algunas
claves para que también nosotros, podamos superar tales situaciones:
- [...] Como el oro se reconoce en el fuego y el amor con los hechos, de la misma forma, la Fe se prueba con las obras de misericordia; se acredita en las luchas y combates interiores de cada persona: se prueba en los combates exteriores y también en los vilipendios y persecuciones. Pero para la Fe, las persecuciones y difamaciones, en vez de ser ocasión para separarnos de Cristo, serán en cambio un aumento de vida cristiana, de vida verdaderamente abnegada, de perfección religiosa, de sólida virtud, de verdadero amor a Dios y a los hombres, de unión a Jesús y a su santa Iglesia (24.06.1937)
Luis Orione también sobrellevó y se repuso del engaño de las personas en quienes
confiaba y quería. En medio de tantas pruebas, con todo, siempre hizo brotar la
caridad y la fe: «[...] pueden sacarnos hasta
los ojos;-supo escribir con dolor pero con firmeza-¡basta que nos dejen
el corazón para amarlos!».
Como el Señor ante las
traiciones de Judas y de Pedro, también Luis no retrocede ni sucumbe a la
revancha ni al odio, sino que acelera sus pasos hacia la caridad que siempre
será más fuerte que la traición. Porque la caridad, si es auténtica, es
principio de vida cristiana y de unión con Jesús. Para el discípulo del Señor,
contra toda premisa; contra toda experiencia de engaño y de huida, no habrá
nunca espacio para abandonar a quienes nos traicionan. Sólo así podremos recuperarlos del mal.
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